
La tensa calma que suele caracterizar la madrugada en un hospital se quebró violentamente este domingo en la sala de Pediatría del Hospital Guillermo Rawson. Lo que comenzó como una creciente frustración por las demoras en la atención médica derivó en un episodio de furia descontrolada, dejando a su paso destrozos materiales y personal sanitario herido. El origen de la ira de padres y familiares de los pequeños pacientes fue, al parecer, la ausencia o la sobrecarga de médicos, una problemática recurrente en las guardias nocturnas del principal nosocomio sanjuanino, según contaron en estricto off personal que se desempeña en el lugar.
Testimonios recabados en el lugar y el relato de los propios afectados señalan que la sala de espera de Pediatría se encontraba colmada. Niños y sus padres aguardaban por ser atendidos, pero el paso de las horas sin respuestas concretas encendió la mecha de la indignación. La violencia no tardó en manifestarse, volcándose contra las instalaciones y, lo que es aún más grave, contra el personal de enfermería que, a pesar de sus esfuerzos, se encontraba con las manos atadas ante la aparente falta de refuerzos médicos.
Los blindex que fueron destrozados por el ataque en reclamo de los pacientes.
El personal de enfermería, visiblemente afectado por el suceso, no dudó en alzar su voz. Su reclamo es claro y contundente: la falta de médicos en los turnos nocturnos es un problema crónico que los expone constantemente a situaciones de este tipo. “No es la primera vez que ocurre”, afirmaron con resignación y enojo, evidenciando un patrón de violencia que, al parecer, se repite ante la misma problemática: la sobrecarga del sistema de salud y la escasez de recursos humanos en momentos críticos. Este grito de auxilio desde la primera línea de atención sanitaria resuena como una advertencia sobre la necesidad urgente de fortalecer las dotaciones de personal médico, especialmente en horarios de alta demanda y baja disponibilidad.
El debate que surge a raíz de este incidente es multifacético. Por un lado, se impone la necesidad de garantizar la seguridad del personal de salud, quienes son el pilar fundamental del sistema y merecen trabajar en un ambiente libre de agresiones. Por otro, se hace imperativo revisar las políticas de recursos humanos en el ámbito hospitalario, evaluando la necesidad de ampliar las dotaciones médicas, especialmente en áreas críticas como Pediatría y en horarios de alta afluencia.

La irrupción policial en el hospital fue inevitable tras la magnitud del incidente. Efectivos de la fuerza de seguridad se hicieron presentes para controlar la situación y asegurar el área. Posteriormente, se dio intervención a la UFI Delitos Especiales, que ya ha comenzado con las primeras diligencias para esclarecer los hechos y determinar responsabilidades. Se espera que la investigación incluya la revisión de cámaras de seguridad del hospital, la toma de testimonios al personal y a los posibles testigos, y la evaluación de los daños materiales. Este proceso judicial no solo buscará sancionar a los responsables de los actos de violencia, sino que también podría arrojar luz sobre las causas subyacentes de la demora en la atención, un aspecto crucial para evitar futuras situaciones similares.
