
Un influencer ruso se sometió a un procedimiento estético para parecerse a “Popeye” y ahora podría perder ambos brazos. Kirill Tereshin, de 29 años, inyectó vaselina en los bíceps para que aumentaran de tamaño, pero su cuerpo rechazó la sustancia y afronta constantes infecciones que afectan su bienestar.
Tereshin es conocido en redes sociales como el “Popeye ruso”, por su aspecto físico. Ganó un gran reconocimiento en redes sociales y en su cuenta de Instagram, donde comparte contenido referido a su apariencia, tiene más de 157 mil seguidores.
Sin embargo, en los últimos días los médicos le dieron una triste noticia: el influencer podría perder ambos brazos tras sufrir severos daños internos que avanzaron progresivamente, debido a que su organismo rechazó la vaselina y el synthol que se inyectó durante años en los bíceps para parecerse al dibujo animado.
El primer padecimiento que sufrió Tereshin fue una fibrosis tisular, lo que le provocó un endurecimiento patológico del músculo inyectado por la acumulación de material ajeno, según informó New York Post.
Pero el calvario no terminó ahí, su cuadro empeoró por el avance de una necrosis que, además de la descomposición interna de los bíceps, le provoca constantes infecciones que no responden a los tratamientos.
Su organismo rechazó las sustancias y desarrolló una infección que no responde a los tratamientos.
Antecedentes de cirugías y advertencias ignoradas
El caso de Kirill Tereshin evidencia los peligros de utilizar sustancias no aptas como vaselina y synthol para modificar el cuerpo.
En sus redes sociales, el influencer compartió algunas fotos del proceso de recuperación de su complicado cuadro médico: “Ahora estamos esperando como todo se cure, luego veremos si hay algo inflamado ahí bajo”, contó en una de las imágenes en las que se ve su brazo con algunas cicatrices.
Según contó Tereshin, es probable que necesite nuevas intervenciones para limpiar la necrosis y también se someterá a procedimientos de injerto de piel. El objetivo es claro: intentar salvar sus brazos. Sin embargo, hasta que la infección no se detenga, no podrá someterse a nuevas cirugías.
Hoy, bajo el riesgo inminente de perder ambos brazos y con una salud gravemente deteriorada, la historia del “Popeye ruso” sirve como una advertencia real sobre los límites del culto corporal y la importancia de actuar siempre bajo supervisión médica profesional.
















